CLASE N° 85: LECTURA DE LA OBRA "OJITO NEGRO Y YO" - CAPITULO 2 y 3
FECHA: 23 de JUNIO
CURSO: PLAN LECTOR

INICIO:

Estimados alumnos, hoy continuaremos con las clases de Plan Lector con la obra "Ojito Negro y Yo", para lo cual les brindo el capítulo II y III, y las preguntas deberán contestarlas en una hoja y guardarlas en el fólder correspondiente para Plan Lector.


DESARROLLO:

OJITO NEGRO Y YO

CAPITULO II: UNA HERMOSA SORPRESA 

Para ese tiempo, en mi casa no se admitían animales, por ser un departamento, la casa era pequeña, según mamá, “Alerta Roja”, no teníamos espacio para criarlos. 
Mi tío Jorge era el ser más comprensivo, tierno y bondadoso de los tíos, había escuchado nuestros pedidos y a pesar de las oposiciones; más de mamá que de papá, nos regaló dos cachorritos blancos. 

 ¡Gracias Diosito por haber inventado a los tíos! que feliz era, no uno, sino dos graciosos y regordetes perritos. 

Con el ombliguito aún herido, tenían un olor a leche fresca que daba gusto percibir su aroma, ambos parecían gemelos, lo único que los diferenciaba, era que uno de ellos tenía una mancha negra alrededor del ojo derecho, cual golpe en el ojo, era tan precisa y redonda la manchita alrededor de su vista que a manera de impresión digital, lo hacía inconfundible con cualquier otro perro, parecía un verdadero pirata.

Desde que “Ojito Negro” llegó y alborotó la casa, me hice dueña de él, congeniamos al instante como si fuera amor a primera vista. Y mis hermanos, se tuvieron que conformar con el perrito blanco, al que le pusieron el nombre de “Bobby”. Mi dicha era inmensa, lo maravilloso de la infancia es que cualquier cosa en ella es fantástico, pero no duraría mucho tiempo, pues en secreto “Alerta Roja”, insistía; que el perro ensuciaba la casa, que tenía mal olor, que era de raza muy grande, que ¿cuánto comería al crecer? y tanta lata le daba a papá constantemente, que llegaron a una solución; “regalarían el perrito”. ¿A quién? Habían pensado en la tía Zoila, la prima de papá que vivía a la vuelta de la casa. Ella, de carácter alegre, jovial y agradable, adoraba todo animal que ladrase; tenía como seis perros, pero aceptaría otro sin problema.


CAPITULO III: UNA VERDADERA REVOLUCIÓN

Mi papá que tenía especial debilidad por mí, tenía pena de regalarlo en mi delante y en complicidad con “Alerta Roja”, colocaron a Ojito Negro escondido en una bolsa de papel, de esas antiguas con bolitas rojas y verdes de Monterrey, que habían por aquella época y así camuflado lo habían llevado a casa de mi tía. 

Cuando vine de jugar, no me percate que Ojito Negro faltaba; pues era la hora de ver la tele. Durante las propagandas lo busqué por todas partes y al no encontrarlo; mire a mamá con ojos inquisidores, y le pregunté varias veces, por mi perrito: 
—Mamá, has visto a mi Ojito Negro. No, no lo he visto, debe estar por ahí. 
–Me respondió como poniéndose en guardia. 
—Pero debes haberlo visto, yo lo dejé dormidito en su cama. 
—Lo has buscado, búscalo; se debe haber dormido en otro sitio. 
–Y escondió la mirada como rehuyendo a mi pregunta.

Nuestros programas y tareas pasaron a un segundo plano, nadie quería ver la tele ni hacer su tarea, solo queríamos a nuestro perrito. Buscamos: cajas, cilindros, televisores, lavadoras, sillones y todos los sitios impensables; pero no encontramos al perrito. Ojinegro, no estaba en casa. Todos estaban llorando, todos menos mamá. Mi Ojito Negro, les había robado el corazón y su desaparición era muy dolorosa e inexplicable. 

“Alerta Roja”, tuvo cierto sentimiento de culpabilidad, cuando nos vio llorar. No obstante, intentó explicarme que posiblemente, era yo la culpable de que se hubiera perdido; por haber dejado la puerta entreabierta. Preguntamos a todos los vecinos, finalmente de mala gana le creí, al fin y al cabo era mi mamá, como podía mentirme. Encima me hizo sentir culpable y con remordimiento, por haber dejado la puerta sin cerrar. Como lloré esa noche, pensando en lo que podría haberle pasado a mi perrito, en manos de quien habría caído mi pequeño Ojinegro. Y si lo atropelló un carro o un ser maligno se lo había comido. Recuerdo que en esa época, estaban muy de moda “los pishtacos”, esos que se comen a las personas o las matan, especialmente a los más gorditos y mi Ojinegro entraba en ese perfil; pues era muy rollizo, ¡el glotón! ¡Si, ellos podían habérselo llevado! Habían pasado dos semanas, y al salir de mi escuelita ”Divino Maestro”, caminando hacia mi casa por la calle Venezuela, observé en la vereda del frente a mi primo Rodolfo “el Gordo”; era el hijo de mi tía Zoila, con su ropa de invierno, parado en la puerta de su casa, acariciando a mi inconfundible Ojito Negro. 

Sentí tanto coraje que estuviera en manos de mis primos, me pregunté para mis adentros, si ¿lo habían encontrado? o ¿se lo habían robado? Y si lo hallaron ¿por qué no lo habían devuelto? Entonces le reclamé a voz en cuello: 
—¡¡¡Oye Rodolfo, ese es mi perrito!!! 
—¡Fue tuyo, ya no lo es!, ¡ahora es mío! —me respondió el bravucón. 
—¡¡¡Dámelo es mío!! —le dije. 
—¡¡¡No, es mío!!! —y me dio un empujón. 

Intenté nuevamente quitárselo por varios minutos, pero era mucho más alto que yo, tendría doce años y era de complexión robusta, mientras que yo en esos tiempos, era bastante pequeña pues apenas tenía seis años. Y encima me hizo quite el condenado, riéndose a carcajadas estruendosas se metió a su casa y no me quiso abrir. Me sentí impotente, burlada y enojada, llorando de rabia e indignación; caminé rumbo a casa. 

En el camino pensaba, quien podría ayudarme; papá no estaba, tío Jorge tampoco, con “Alerta Roja”, no se contaba pues ella aborrecía a mi Ojinegro. ¡Sí!, yo le había visto una cara de satisfacción, cuando mi perrito desapareció. Al llegar al barrio, me consoló Alberto, mi amigo, le conté lo que había pasado y en pocos minutos; se reunieron en la cuadra más de cuarenta chicos y chicas. No sé de donde salieron; pero allí estaban un buen grupo de muchachos de ambos sexos, de diversos tamaños y de todas las sangres. Nos dirigimos juntos, hacia la casa de la tía Zoila, yo iba adelante encabezando la turba, avanzábamos; aún sin entender lo que íbamos a hacer. La patota portaba todo tipo de logística: palos, latas de leche llenas de chapas, boleros, aros, trompos… todo, todo servía para la causa. 

Llegamos a la casa y Carlos tocó la puerta con su trompo, muy fuerte. La tía Zoila, sacó su cara de asombro por la ventana; al escuchar los gritos airados de mis amigos del barrio. 

—¡Queremos el perrito!, ¡devuelvan el perrito! ¡ladrones!, ¡ladrones!. —gritaban una y otra vez haciendo ruido con los palos, latas, y hasta boleros de madera.
Mi tía, al reconocerme salió y dijo: —¿Qué pasa, Nena? 
—Y le contesté: —Rodolfo tiene a mi Ojito Negro. 
—¿A quién? —preguntó mi tía muy enojada. 
—A mi perrito Ojito Negro —respondí resuelta y dispuesta a todo. 
—¡Que lo devuelvan!, ¡sí que lo devuelvan! —replicaron los chicos airadamente—, mientras hacían ruidos con latas que habían llenado de chapas, el ruido era ensordecedor como en una verdadera guerra. Seguían los gritos de mis defensores, por espacio de unos minutos. Fue tan contundente el reclamo, que mi tía entró y salió con el perrito. Y sin chistar, pero molesta, me dijo en tono amenazante: 
—Aquí tienes a tu perro. Espero que lo cuides. Ya más tarde, voy a hablar con mi primo. Nada arrepentida y cogiendo a Ojito Negro rápidamente de entre sus manos, temiendo que se arrepintiera, le respondí: —Ya tía, gracias, —y me fui deprisa—, llevando cual trofeo de guerra a mi adorable Ojito Negro, quien no cesaba de lamerme la cara como si entendiera y agradeciera el esfuerzo por recuperarlo. No sé, como llegué al barrio, empujada creo por mis amigos que coreaban: 
—¡Cas-ti-lla, Cas-ti-lla, Cas-ti-lla! —Mientras las palpitaciones de mi pecho eran más y más profundas… solo atinaba a reír de felicidad acariciando a mi perrito. Y mis amigos reían conmigo.
Mis padres enterados de los hechos se vieron obligados a aceptarlo de vuelta, pues al ver el interés de los vecinos por mi querido Ojinegro, no les quedaba otra. 

Ahora entiendo a ese gran pensador que decía: “No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución”. Y en mi barrio, en el club habíamos logrado una verdadera democracia, una verdadera integración, sin mis amigos poco o nada hubiera podido hacer. 

Hechos como este, marcan tu vida para siempre, pues comprendí que debemos hacer respetar nuestros derechos, en el momento oportuno; aunque no consigas tu cometido, te queda la satisfacción de haber hecho el esfuerzo y la voluntad por lograr el cambio.

“No hay peor gestión que la que no se realiza; sin luchas no hay victorias”. 



CIERRE:

Tarea: Responde las siguientes preguntas en tu fólder para Plan Lector:

1. ¿A qué se refiere el título cuando dice:

a) Una hermosa sorpresa: .................................................
b) Una verdadera revolución: .........................................

2. ¿Qué quiere decir que debes tener democracia para hacer una revolución?
.........................................................................

3. ¿Qué quiere decir, sin lucha no hay victoria?
........................................................................

4. ¿Cómo era Ojinegro?
.......................................................................

5. ¿Cómo era la Sra. Zoila?
......................................................................

6. ¿Quiénes lo ayudaron a rescatar a Ojitos Negros?
........................................................................

7. Explica lo que quiere decir:

a) Sentí tanto coraje: ...................................
b) Respondió con tono sacástico: ..........................
c) No me percate: ........................................
d) Yo iba encabezando la turba: .............................

8. Busca el sinónimo de estas palabras:

  • Turba: .....................
  • Patota: .....................
  • Asombrada: .....................
  • Glotón: .....................
  • Rescatar: .....................
  • Jovial: .....................
  • Hermitaño: .....................



Para esta sesión no es necesario un Comentario en el blog, pero los siguientes alumnos deberán enviar al correo de la docente, una foto de su tarea desarrollada en el fólder de Plan Lector.

Los alumnos son:
1. Bruno
2. Carmona
3. Carrasco
4. Collantes
5. Cornejo
6. Cruzado

Comentarios

Entradas populares de este blog

CLASE N° 121: IDENTIFICAMOS SITUACIONES DE RIESGO QUE VULNERAN NUESTRO ESPACIO PERSONAL